Carpinteria y la línea del suicidio
Hablábamos de lo idílico que era el lugar y caminábamos despacio, tratando de absorber el paisaje con la mente en un estado zen de comunión con nuestro único planeta.
Y de pronto, como un homúnculo, como una estatuilla diabólica, como en un cuento de Raymond Carver: el cartel.